Te mueres por ser escritor, ¿Cierto?. De hecho, seguramente pasas la mayor parte del tiempo imaginando que escribes historias, que utilizar ciertas vivencias en tus relatos, que vives feliz dedicado a la vida contemplativa.
Pero al final de cada día, no has escrito
una
sola
palabra.
Esa sensación de vacío consume hasta las ganas, ¿ Por qué si adoro escribir soy incapaz de sentarme y simplemente hacerlo? Creo que cualquier persona que lleve un mínimo de tiempo escribiendo habrá sufrido esta sequía práctica, no de ideas, que hace que no podamos materializar nuestro mundo interior como deberíamos.
Este post es acerca de ‘aquello que te falta’, ese ‘toque’ que hace que otros escriban con libertad y tu te quedes paralizado delante de una hoja en blanco. Hay un secreto acerca de la escritura que seguramente nadie te dijo, a mi tampoco me lo contaron: ese secreto está escondido dentro de ti.
Se trata de tu SISTEMA DE CREENCIAS esa red compleja de conexiones que hace que seamos un desastre con buenas intenciones o una cerilla consumiéndose desde dentro entre otras posibilidades.
Nosotros vamos a centrarnos en tu sistema de creencias acerca de ti y tu forma de escribir. ¿Te has parado a pensar en eso alguna vez? ¿ Sabes qué clase de reseña harías sobre ti en un periódico?. Una vez te tomes un cierto tiempo para indagar sobre tu forma de pensar sobre ti mismo escribir se convertirá de nuevo en una prioridad (o en caso de que no lo sea, se esfumará).
¿Suena simple verdad? Lo es… pero no fácil. Sigue esta serie de recomendaciones para analizar tus creencias con mayor certeza y convertirlas en gasolina para tu mente (y para la mano que escribe).
Identifica las creencias que te limitan
Siéntate en un lugar tranquilo y toma tu tiempo para meditar. Céntrate en saber cuáles son las convicciones que te impiden escribir. Seguramente alguna de las ideas que aparezcan empiecen por “no tengo tiempo para”, “no soy lo suficiente X para”, “Estoy demasiado ocupado para”, “yo nunca podré”, “no tengo suficiente dinero”, “los demás dicen que yo debería”.
Dale la vuelta a la tortilla
Una vez identifiques las creencias que más te limitan busca un convencimiento diametralmente opuesto. Por ejemplo, “tengo que esperar a que mi vida sea perfecta y equilibrada para escribir entonces” lo podemos transformar en “Soy capaz de escribir en cualquier momento y situación, de hecho puedo empezar hoy mismo. Eso voy a hacer”.
Haz de tus creencias un dogma
La primera persona que debe creer en ti eres tu mismo, nadie será más crítico con tu obra ni disfrutará tanto cuando al fin hayas terminado un relato. Toma estas nuevas convicciones y hazlas tu fortaleza. ¿Cuándo te paralice sentarte a escribir? Piensa con calma en cada una de ellas, sentirás como la motivación fluye de nuevo por tu sangre.
En este sentido me parece importante hacer una aclaración, no es lo mismo tener creencias positivas que creer cosas irreales. Debes tener los pies en el suelo, conocer tus limitaciones pero que eso nunca te impida volar con la mente.
Déjalas crecer
Esto no es un paso instantáneo, no se trata de que tus creencias crezcan solas sino que tu crezcas dentro de ellas y eso…lleva tiempo. En ocasiones se tratará de leer nuevos textos que sirvan de apoyo para mejorar tu estilo, otras veces rodearte de gente similar a ti y apasionada por lo que hacen (la pasión es casi contagiosa).
Si superas ese bloqueo personal, esa sensación de que quieres y no puedes avanzarás como escritor en la dirección que tu quieras. Porque lo principal para desarrollarnos en el arte de la escritura (y en casi cualquiera) es que nos salga pasión y motivación por los poros. Todo lo demás, errores, aciertos, victorias y derrotas las pone la vida (en barra libre).